Gotas de tinta

miércoles, 24 de julio de 2019

Cuento con moraleja

Y aquí va una mini historia que se me ocurrió, hace unos días con dos palabras, zapatería y águila. Espero que les sirva para pensar un poco.

ZAPATERÍA EL ÁGUILA BLANCA
Paseando por la calle, una tarde de verano, de un año no muy lejano, estaba yo, cuando pasé junto a una zapatería que nunca antes había visto, no sé si por las prisas o porque era nueva en el pueblo, pero lo cierto era que llamaba la atención de una manera muy curiosa.
En el escaparate lucía en letras enormes: "ZAPATERÍA EL ÁGUILA BLANCA", decorado con unas enormes letras de color rojo chillón y con plumas blancas y grises alrededor, como si fuera un cartel de una tienda de artículos de indios Sioux, de los que son de América.
Curiosa por ver su interior, abrí la puerta y unas campanitas atadas a la puerta tintinearon; salió un señor muy mayor y con millones de arrugas en su cara, tantas, que parecía que estaba siempre sonriéndome.
Observé toda la tienda: habían zapatos, objetos hechos a mano, amuletos indios y muchas plumas blancas y grises, como el cartel de la entrada.
Le pregunté si la tienda era nueva y sobre todo, porqué habían tantas plumas de águila en la tienda. Me mostró algo sorprendente que tenía escondido detrás suyo. Un enorme águila, ¡viva!, de color blanco con plumas grises en la cola..,me quedé sentada de la impresión, estaba aterrada.
El anciano comenzó a contarme una historia de cuando era muy joven y se enamoró de una joven...Me contó que querían estar juntos para siempre y acudieron al brujo de la tribu para pedir que hiciera un conjuro para estar siempre juntos, y les dijo a cada uno buscar un águila y un halcón. Tienen que traerlos vivo s, antes de tres lunas, descalzos y con tan sólo una red. Cuando lo lograron, sus pies sangraban y al llegar les pidió que ataran las patas de los animales y que los dejaran libres. Los animales lucharon por volar y al final acabaron hiriéndose unos a otros...lo mismo pasa con las personas, hay que aprender a volar juntos, pero jamás atados.
Y dicho esto me señaló sus pies, tenían heridas que ya habían sido curadas, pero andaba descalzo y sin darme cuenta, detras mío estaba en silencio una bella señora, con una larga melena negra que sonreía y lo miraba con cariño.


2 comentarios:

  1. Es increíble que con sólo dos palabras has hilado está bella historia.
    Pues me gusta mucho. Sin duda creo que serás una muy buena contadora de cuentos.
    ..y yo esperaré para leerlos con mucha ilusión.

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  2. Gracias Plumas invisibles, como mi cuento que va de plumas...y de zapatos.
    No sé si seré una buena cuentacuentos sólo sé que lo que hago y escribo en este momento me gusta...
    Saludos.

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