Gotas de tinta

sábado, 7 de septiembre de 2019

EL BARQUITO DE PAPEL

Hola amigos, hoy que estoy menos liada, les dejo mi relato, que escribí para el VIII Concurso de relatos cortos, ya que me han dado autorización, desde la Asociación Cultural  Plazuela de los Carros, Torralbilla (Zaragoza) para difundirlo.


Ha sido un relato muy emocionante, ya que cuando lo estaba escribiendo pensaba en que las olas del mar que salpicaban al chico y la brisa que había en la playa, la podía respirar.
Yo siempre pienso que estoy en los sitios que salen en mis historias y así poder "vivirlas", en primera persona al mismo tiempo que las escribo.
 
EL BARQUITO DE PAPEL
Cuando las nubes vivían acariciando a las olas, todo era maravilloso. Podías subirte a una barquita hecha de papel y navegar tan alto, que tocabas las nubes, y se mezclaban hasta formar un suelo donde poder caminar y no caer al mar..allí jugaba todas las noches con las gaviotas, que tomaban forma de niños y viajábamos en un precioso tren, que aparecía con un estruendo que teníamos que cerrar los oídos, las gaviotas- niños se esfumaban por momentos, asustadas y yo me quedaba maravillado cada vez que escuchaba y sentía, bajo mis pies descalzos, cómo se movía todo.

Una noche que hacía mucho calor, cuando me asomé a la ventana, para refrescarme con la brisa del mar, noté que las olas eran un tanto extrañas, ya que no hacían ruido al chocar con la orilla de la playa y cada vez eran más altas...salí a la terraza y me acerqué hasta la orilla..me senté a contemplar el espectáculo...era maravilloso, como fuegos artificiales en lo alto y cada vez que subía una ola, algo brillaba...me reí para mis adentros y dije en voz alta, "navegaría hasta ahí arriba, amigas gaviotas, pero con un barquito de papel"..instantes más tarde una hoja de papel chocó con mi pierna y me puse a fabricar una barquito...hacía tanto que no jugaba a eso que me equivoqué varias veces y cuando lo logré, sentí orgullo de haberlo conseguido..."ya está, ahora falta que seas cien veces más grande y me reí"..lo dejé en la orilla y me fui...y cuando ya casi llegaba a mi casa oí un crujido, me di la vuelta y unas gaviotas revoloteaban alrededor de algo en la orilla y de repente...apareció un barco de papel igual al que acababa de hacer, pero tan grande, que podía subirse una persona de mi tamaño.

Estaré soñando,me dije, pero ya que es un sueño lo seguiré. Subí a la barca y las gaviotas la  empujaban hasta llegar casi a la cima de la ola, yo gritaba de miedo, casi podía tocar las nubes. Me repetía que no podía estar soñando, ¡era tan real!.
Pasamos las nubes y la barca se deslizó por una superficie blanca y mullida. Y ya de pie allí arriba, mis compañeras de viaje empezaron a transformarse en personas, emitieron un sonido que me es imposible de describir y empezó a temblar todo, ellas se esfumaron como humo y apareció ante mis ojos, un impresinante y gran tren, negro como el carbón, que destacaba entre tanto blanco..no me lo pensé dos veces y subí y nada más sentarme se deslizó despegnándose de la plataforma como si tuviese alas...qué maravilla, atravesamos las nubes, los mares, viajamos por África rozando las copas de los árboles, saltamos al frío de la Antártida, en donde unas focas nos cantaban y danzaban en la nieve. Mi viaje en tren estaba siendo el sueño más real que cualquier persona desearía vivir. Atravesamos el desierto y llegamos a las pirámides de Egipto. Cuántas maravillas escondidas tendrán en su interior. De repente, el tren se dirigió a toda máquina en dirección a la pirámide de Keops, ¡¡para por Dios!!, gritaba yo sin parar, ¡nos vamos a chocar!, pero de repente atravesamos las piedra como si fueramos gelatina, era como si el tren, mis amigos las gaviotas-personas, yo..todo, se hiciera más pequeño y nos deslizáramos en su interior como una serpiente....cada recoveco, cada pasadizo, era como ver una película al alcance de mi mano..extraordinario, y como entramos salimos por la cara opuesta....
Todo me tenía agotado y poco a poco fui entrando en un tunel que me chupaba hacia una agradable oscuridad, y me dormí..y al despertar sobresaltado, me estaba ahogando y busqué la salida, el aire. 
Cuando pude respirar estaba en una lavadero antiguo, la gente me miraba extrañado. Salí y me quedé engruñado como un ovillo de lana y a mi lado tenía un pequeño barquito de papel.

¿Dónde está el maravilloso mar de Lanzarote?.. estaba en una especie de plaza que no conocía o que al menos nunca había visto. Traté por todos los medios ordenar mi mente y caminé durante horas, días, meses, años. La barba me creció, los pies descalzos se fueron amoldando al camino y se agrandaron, se deformaron como una tabla y llegaron a transformarse en un precioso barco, que me ayudaron a surcar mares y océanos, la gran barba me servía de vela y mis manos se extendieron hasta poder fabricar un catalejo, con el que poder ver en el horizonte, tras miles de años, a mi preciosa isla volcánica..y llegué hasta la orilla que había dejado hace tiempo.

Toqué mi arena, oí a mis queridas gaviotas y mi casa seguía allí. Mi cuerpo se transformó, se encogió y me acurruqué en mi cama.

Espero que les haya gustado tanto como a mí.
Buen fin de semana, nos vemos entre líneas.