Gotas de tinta

martes, 24 de septiembre de 2019

Minastory

Hola de nuevo.

Estaba tan tranquilamente viendo el blog y ordenando mis cuentos que no me había dado cuenta que no he subido el relato más bonito, bueno, para mí todos son especiales, que escribí hace unos meses para concursar en el Certamen de Relatos de la Biblioteca de Playa Blanca.

Este relato quedó finalista y aquí se los dejo para que disfruten de su lectura.



   Como toda historia que hay que empezar a escribir, esta empieza por lo más simple: un lápiz, YO.
   Soy un lápiz de tamaño medio, mi forro es de color negro, como veréis soy un simple utensilio de escritura, pero algo importante sucederá en los renglones que vienen ahora...
   Quizás por el destino o quizás porque así estaba escrito que sucediera, mi vida daría un giro.
   Yo vivía en el país de Engrilápiz, un país donde todo estaba completamente invadido por lápices engreídos, lápices altos y esbeltos, lápices de puntas tan afiladas que se podían utilizar para hacer agujeros en las paredes, con fundas de miles de colores, brillantes y hasta de piel de las maderas más caras.
   No tenían piedad con los que no eran como ellos, como me pasaba a mí. Eran despiadados y nos utilizaban como sirvientes, haciendo las descripciones de textos más aburridas del mundo, poniendo puntos suspensivos hasta hartarnos, en libros de historia, acabando rápidamente con nuestras minas y tirándonos al contenedor de desechos inservibles. Todos nosotros acabaríamos olvidados y nunca más se sabría nuestro destino.
   Eso no me pasaría a mí, me decía, no puedo ser un punto suspensivo en un aburrido libro de historia y así repitiéndomelo muchas veces, emprendí el viaje más alucinante que jamás me abría imaginado.
   Yo, un simple lápiz, con punta redondeada de tanto escribir cosas aburridas, me armé de valor y me escapé por una rendija que había en la torre donde nos tenían secuestrados.
   En mi viaje conocí a los habitantes de Villa Sacapuntas, los cuales, amablemente me afilaron y me dieron brillo. Jamás imaginé la felicidad en todos los poros de mi dura y vieja madera, qué sensación más agradable, era como respirar sin tener la nariz taponada. ¿Era esa la sensación que estaba buscando?, no, me repetía, yo he sido creado para hacer cosas más interesantes.
   Crucé Gomilandia, depredadores de todo lo que se escribiera, nuestros mayores enemigos.     Me escondía de día y caminaba por la noche, ya que podían olfatear el rasto de mi lápiz, que iba dejando cuando caminaba y así me daba tiempo de despistarlos.
   Me encontré con seres muy extraños, uno de ellos me llamó mucho la atención, se llamaban Bolígrafos, eran muy raros, no necesitaban afilarse y su tinta manchaba mucho, pero eran inmunes a los Gomilandeses, les resultaba imposibles derrotarles.
   Salí corriendo como pude y después de mucho tiempo llegué a un país en blanco, sí, era como chocar con un muro. Al principio pensé que me había desmayado, era tan blanco, sin líneas, sin letras, sin dibujos, sin tachones, qué paz, ¿estaría muerto?, me decía. Seguí caminado y atravesé el límite que separaba los dos países, era como adentrarse en un mundo sin gravedad y a medida que caminaba ahhh!!!!. ¿ Qué está pasando?, ¡colores salían de mi punta de lápiz!. Verdes, azules, amarillos, violetas!!!, qué colores más vivos, cobraban vida y se dibujaban flores, casas, árboles, ¡qué bonito!. Esto es lo que estaba buscando, ¡colores!, qué maravilla, me repetía una y otra vez. Pero al cabo de unos días había perdido el interés por dibujar y volvía a estar triste. Me falta algo, hecho de menos escribir letras, aquí no hay quién me dirija, quién me inspire.
   Me atreví a dibujar personas, al principio no me salían muy bien, eran simples monigotes que poco a poco fueron teniendo movimiento, pero eran tristes como en Engrilandia, grises y aburridos.
   Tengo que pensar qué falta. Descansé un poco y me apoyé en una de mis creaciones, un monigote de estatura media, con ojos saltones y dedos afilados, justo el tamaño perfecto para poder sujetar a un lápiz como yo, a mi medida, un chorro de tinta roja se deslizó en su pequeño pecho y se dibujó un corazón.
   De repente, ¡empezó a hablarme!. Claro, me dije, es eso, con corazón todo cobra sentido, empezaron a escribir juntos bellos cuentos llenos de suspense, de alegría, de tristezas, de grandes héroes... Por fin, eso es lo que buscaba, sentimientos, inspiración.
   Yo, un simple lápiz de nombre Minastory, sirvo para crear las aventuras más increíbles, puedo transportar a cualquier persona a mundos maravillosos, con el poder de mis trazos.
   Así es como he llegado a mi país, el de los sueños y así es como he llegado a ti, que me estás leyendo.
FIN

sábado, 21 de septiembre de 2019

La retahíla del mar



Después de varios días sin subir nada, aquí les traigo esta retahíla, que a mí me resulta muy divertida.

En la bahía había un puerto.
En el puerto había oleaje por el viento.
El viento soplaba y hacía muchas olas.
Una ola rompió el ancla del barco de vela.
En el barco de vela había un gusano.
El gusano estaba en un casco.
El casco se cayó al agua.
En el agua había un pescado.
El pescado al picar llamó al pulpo.
El pulpo comenzó a lanzar tinta hacia el casco donde estaba el gusano.
El gusano saltó del casco que estaba en la red.
 Que vio al pulpo que había llamado el pez.
 Que se quería comer al gusano.
 Que se cayó del barco de vela.
 Que se le cayó el ancla.
 Por el viento, por las olas, por el oleaje que había.
 En la superficie del puerto que estaba en la bahía.

Nos vemos entre líneas.



sábado, 7 de septiembre de 2019

EL BARQUITO DE PAPEL

Hola amigos, hoy que estoy menos liada, les dejo mi relato, que escribí para el VIII Concurso de relatos cortos, ya que me han dado autorización, desde la Asociación Cultural  Plazuela de los Carros, Torralbilla (Zaragoza) para difundirlo.


Ha sido un relato muy emocionante, ya que cuando lo estaba escribiendo pensaba en que las olas del mar que salpicaban al chico y la brisa que había en la playa, la podía respirar.
Yo siempre pienso que estoy en los sitios que salen en mis historias y así poder "vivirlas", en primera persona al mismo tiempo que las escribo.
 
EL BARQUITO DE PAPEL
Cuando las nubes vivían acariciando a las olas, todo era maravilloso. Podías subirte a una barquita hecha de papel y navegar tan alto, que tocabas las nubes, y se mezclaban hasta formar un suelo donde poder caminar y no caer al mar..allí jugaba todas las noches con las gaviotas, que tomaban forma de niños y viajábamos en un precioso tren, que aparecía con un estruendo que teníamos que cerrar los oídos, las gaviotas- niños se esfumaban por momentos, asustadas y yo me quedaba maravillado cada vez que escuchaba y sentía, bajo mis pies descalzos, cómo se movía todo.

Una noche que hacía mucho calor, cuando me asomé a la ventana, para refrescarme con la brisa del mar, noté que las olas eran un tanto extrañas, ya que no hacían ruido al chocar con la orilla de la playa y cada vez eran más altas...salí a la terraza y me acerqué hasta la orilla..me senté a contemplar el espectáculo...era maravilloso, como fuegos artificiales en lo alto y cada vez que subía una ola, algo brillaba...me reí para mis adentros y dije en voz alta, "navegaría hasta ahí arriba, amigas gaviotas, pero con un barquito de papel"..instantes más tarde una hoja de papel chocó con mi pierna y me puse a fabricar una barquito...hacía tanto que no jugaba a eso que me equivoqué varias veces y cuando lo logré, sentí orgullo de haberlo conseguido..."ya está, ahora falta que seas cien veces más grande y me reí"..lo dejé en la orilla y me fui...y cuando ya casi llegaba a mi casa oí un crujido, me di la vuelta y unas gaviotas revoloteaban alrededor de algo en la orilla y de repente...apareció un barco de papel igual al que acababa de hacer, pero tan grande, que podía subirse una persona de mi tamaño.

Estaré soñando,me dije, pero ya que es un sueño lo seguiré. Subí a la barca y las gaviotas la  empujaban hasta llegar casi a la cima de la ola, yo gritaba de miedo, casi podía tocar las nubes. Me repetía que no podía estar soñando, ¡era tan real!.
Pasamos las nubes y la barca se deslizó por una superficie blanca y mullida. Y ya de pie allí arriba, mis compañeras de viaje empezaron a transformarse en personas, emitieron un sonido que me es imposible de describir y empezó a temblar todo, ellas se esfumaron como humo y apareció ante mis ojos, un impresinante y gran tren, negro como el carbón, que destacaba entre tanto blanco..no me lo pensé dos veces y subí y nada más sentarme se deslizó despegnándose de la plataforma como si tuviese alas...qué maravilla, atravesamos las nubes, los mares, viajamos por África rozando las copas de los árboles, saltamos al frío de la Antártida, en donde unas focas nos cantaban y danzaban en la nieve. Mi viaje en tren estaba siendo el sueño más real que cualquier persona desearía vivir. Atravesamos el desierto y llegamos a las pirámides de Egipto. Cuántas maravillas escondidas tendrán en su interior. De repente, el tren se dirigió a toda máquina en dirección a la pirámide de Keops, ¡¡para por Dios!!, gritaba yo sin parar, ¡nos vamos a chocar!, pero de repente atravesamos las piedra como si fueramos gelatina, era como si el tren, mis amigos las gaviotas-personas, yo..todo, se hiciera más pequeño y nos deslizáramos en su interior como una serpiente....cada recoveco, cada pasadizo, era como ver una película al alcance de mi mano..extraordinario, y como entramos salimos por la cara opuesta....
Todo me tenía agotado y poco a poco fui entrando en un tunel que me chupaba hacia una agradable oscuridad, y me dormí..y al despertar sobresaltado, me estaba ahogando y busqué la salida, el aire. 
Cuando pude respirar estaba en una lavadero antiguo, la gente me miraba extrañado. Salí y me quedé engruñado como un ovillo de lana y a mi lado tenía un pequeño barquito de papel.

¿Dónde está el maravilloso mar de Lanzarote?.. estaba en una especie de plaza que no conocía o que al menos nunca había visto. Traté por todos los medios ordenar mi mente y caminé durante horas, días, meses, años. La barba me creció, los pies descalzos se fueron amoldando al camino y se agrandaron, se deformaron como una tabla y llegaron a transformarse en un precioso barco, que me ayudaron a surcar mares y océanos, la gran barba me servía de vela y mis manos se extendieron hasta poder fabricar un catalejo, con el que poder ver en el horizonte, tras miles de años, a mi preciosa isla volcánica..y llegué hasta la orilla que había dejado hace tiempo.

Toqué mi arena, oí a mis queridas gaviotas y mi casa seguía allí. Mi cuerpo se transformó, se encogió y me acurruqué en mi cama.

Espero que les haya gustado tanto como a mí.
Buen fin de semana, nos vemos entre líneas.